sábado, 11 de diciembre de 2010

La gesta del engendro

Hay algo acerca de lo que ya no tengo dudas y es, que del doctor Frankestain no puede haber surgido algo mejor que esta creatura, que década tras década no deja de apaciguar su inepcia en la renovación contractual de rebeldías periódica contra lo monstruoso de una paternidad a la que renegando apela, pero que al igual que el Doctor Jekyll y Mr. Hyde no es más que el doble aspecto de una misma costura...
Ahora la pregunta es ¿Quien contrató a Frankestain para cocinar al esperpento? La lista es larga pero haremos una reducción a principios simples, univocos: todos los auspiciante y promotores del loco sabio se presumen fundadores y aluden al mamarracho engendrado con un solo un zopapo a la razon: "esta democracia es aún muy joven" Claro, para ellos, el pasado civil es un agujero negro. Siempre que oigan a alguien afirmar tal despropósito, estarán ante uno de los empleadores del sastre enfermo, que con el rayo de Zeus animó al palurdo. Éste es un punto de apoyo cierto, que se infiere del discurso y no del linaje del emisot, el qur no nos interesa, porque somos serios. Habrá más.

2 comentarios:

  1. Sí, la observación es mía: creo que a nadie le interesa comentar, decir, icluso ni leer lo que yo escribo... Será más luego, no será, qué sé, es el destino de los que salimos a pescar en mar abierto y a lo mejor traemos, pero en general no; lo importante es sobrevivir al hambre, la soledad y las tempestades para regresar a costa y partir de nuevo...Es lindo, son emocionante los preparativos para una gran jornada, nada hay de comparable y pienso que si un día saco algo grande ya valdrá nada y poco ha de afectarme lo devoren los caranchos y los tiburones del regreso...Al final comprendo a aquel viejo.

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  2. Gustavo Cobo; Para Gastón Kessler
    Poder:

    Si reniegas de él lo acrecientas.

    Si murmuras a su espalda

    lo inflarás con tu miedo.

    Crecerá nutrido con tu bilis negra

    y el rencor que a todos envenena.

    Con distancia te domina.

    Te inhibe con silencio.

    Sólo eres mudo tartamudeo

    al buscar abyectas formas

    para complacerlo.

    Fuerte

    gracias a lo débil que te ha hecho

    —en definitiva es tu espejo—

    tu alma de esclavo

    lo ha erigido en dueño.

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